Enseguida me di cuenta que iba a llover. Habia ido perdiendo conciencia de mi cuerpo mientras miraba el verde profundo del patio.
De repente, me vino con mucha claridad el sonido de perros ladrando, muchos perros ladrando, acaso en todo el barrio:
eran casi un murmullo, pero innegables.
Me dije que tendria que estar escribiendo, o escuchando el disco que me gusta escuchar cuando llueve, pero no podía levantarme de la silla.
El cielo se ponia verde, gris, extraterrestre.
Minutos despues caían cascadas de los aleros.
Me escapé con un pretexto, una ventana abierta, la posibilidad de un inundación.
Otra vez preguntandome por qué aquí y no en otro lugar. Yo que quería paisajes con niebla o blancos de nieve o cielos que dan miedo. Soy una nostalgia latinoamericana por algo que quisiera ser y no es.
Aquí estoy, lamentándome entre hojas de palmera, mirando hacia el horizonte, suspirando ciega bajo el sol, por un espacio-tiempo que no me tocó vivir.

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