Empezaba en una insípida reunión de ex compañeras de colegio entre las que estaba yo y mi eterna antagónica prima. En un momento dado yo me animaba a poner en palabras lo que siempre he pensado de ella: que es una caprichosa-imbécil-manipuladora.
Acto seguido me levantaba y salía corriendo tras el sonido de lo que yo creía era un recital de Morrissey.
De lejos podía ver el escenario y un montón de gente, efectivamente Morrissey se deslizaba en una suerte de pogo muy prolijo hacia el final de la multitud. Como si estuviera caminando sobre el agua, en dirección a mí. Estaba joven y hermoso como en los tiempos de The Smiths. Lo alcanzo, lo abrazo efusivamente y le digo “te quiero!” al oido. Risueñamente y sin tocarme se zafa del abrazo fanático y contesta en perfecto español “gracias!”.
Vuelve al escenario de la misma mágica manera en que llegó a donde yo estaba.
Y entonces empieza el concierto pero parece haber una falla de sonido porque no se puede escuchar nada. El público, arengado por mi (¡!) empieza a quejarse con cánticos de guerra.
El baterista de la banda patea los equipos y Morrissey y los suyos abandonan el escenario. La gente está furiosa.
A la salida del concierto alguien me cuenta que el Perro y Jorge Castro eran los organizadores y se me hace muy claro que estos idiotas hicieron fracasar el concierto.
También me entero de que les dieron una golpiza (los musicos de Mozz?) y me alegro de que asi haya sucedido.
Ahí mismo conozco a un chiquillo no demasiado atractivo que me seduce, intercambiamos teléfonos y yo me vuelvo a donde habia venido. Me encuentro con que mis ex compañeras se han ido y han dejado mis cosas (mi cartera y etc.) abandonadas debajo de unos escombros. Junto mis pertenencias y me vuelvo a casa.
Resulta que ahora vivo con mi padres, que estan viejos y enfermos, en un departamento mil veces modificado.
La entrada del departamento tiene una estrechísima escalera que lleva al primer piso, donde vivimos. Luego de vivir un angustioso episodio de claustrofobia en esa escalera, llego al primer piso en donde me encuentro con mis padres. Mi madre se ha desvanecido y mi padre la asiste.
Por contraposición a la escalera de entrada, el primer piso tiene techos altísimos y es bastante lindo. Como una casa antigua y reciclada en los 90s.
En seguida estoy caminado por un horrible pasillo de departamentos tipo torre, dirigiéndome a mi verdadera morada, voy charlando muy entretenida con Maria Jose, que yo no veía desde los tiempos de la secundaria y ahora esta envejecida y con animo de revisar todo aquel tiempo ominoso del colegio de monjas.
Lleva consigo enormes carpetas con dibujos porque ahora es artista visual. En un momento nos sentamos en el piso, justo al frente de la puerta de mi departamento. Seguimos hablando de lo ridículo del pasado y yo alcanzo a decir algo sobre el doble discurso.
Entonces de mi puerta sale Sofia, que viene a ser mi roomate y pasa entre nosotras muy apurada, despidiendose en francés.
Desparece Maria José y yo ya estoy en mi casa, tratando de dormir aunque es de dia.
Recibo SMS del chiquillo seductor, dice que quiere venir a verme. Yo contesto sin mucho entusiasmo aunque me estimula pensar en un poco de histeriqueo con él.
En la escena siguiente, el chiquillo y sus socios (pertenece a un grupo de gestión cultural que se llama Mole) invaden mi departamento y me revelan cosas de mi misma de las que yo no tenía idea.
Cosas relacionadas a mi imagen pública que yo percibo totalmente opuestas a mi realidad.
En un momento me doy cuenta de que Mole tiene algo que ver con el recital corrupto y fracasado de Mozz. Entonces empiezo a desconfiar de toda esa gente en mi living, hablando de cosas de las que yo no tengo idea.
De todas maneras y como último intento, me las arreglo para acorralar al chiquillo en la cocina y darle unos besos o algo asi. Confirmo asi que realmente el no me gusta y me encierro en el baño sola.
Alli encuentro un frasco de esmalte para uñas, probablemente de Sofia, color chocolate o naranja fuerte. La marca del esmalte es Mole. Me digo a mi misma que Mole es mucho mas grande de lo que yo pensaba y que sin dudas las maniobras seductoras del chiquillo tenían como fin algo de espionaje, no había una atracción física real.
Salgo del baño y se han ido todos, vuelvo a la cocina y alli me encuentro con mi amiga
Celeste, a la que hace años que no veo. Esta haciendo una de sus famosas tartas de cumpleaños, un lemon pie enorme y destartalado, con crema de limon amarillento de sospechosa fosforescencia.
Nos reimos juntas de algun chiste absurdo.
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