El no podía saber que yo lo veía.
Misteriosamente, yo tomaba el Trole justo al frente de su edificio a la misma hora que él bajaba a comprar puchos en un kiosco horrible.
Desde la parada podía observarlo, esperando su turno, haciendo la compra, sonriendo o comentando algo.
Despues prendiendo un cigarrillo y saliendo, un poco nervioso. Mirando sobre su hombro, acaso sospechando que alguien lo miraba?
No, no podia darse cuenta que yo estaba ahí, no creo que me viera.
Seguramente sus lentes de contacto color azul estaban lo suficientemente empañadas como para
dificultar la visión a larga distancia. Yo confiaba en eso. Porque también me daba mucha fiaca saludarlo. Prefería observarlo y permanecer en el anonimato.
El caso es que así, tenía una impresión totalmente distinta que la que me generaba su presencia cuando nos encontrábamos en casa de mi amigo D y charlábamos y el desplegaba toda su afectación,
medía sus palabras, performatizaba su vida.
De pronto podía verlo descargado, un jueves a las diez de la noche. Indefenso.
Saber tantas cosas de el y verlo de lejos en la calle. Con su clásico pantalón apretado y camperita biker pero en zapatillas.
El, que siempre andaba de botas o zapatos con taco.
En zapatillas parecía un chico triste y vulgar.
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