Ya no tiene onda ser artista, sépanlo.
Desde el momento en que gente abominable empleada en agencias de publicidad en puestos
tipo junior o creative director dice tener pasión por la fotografía o el cine y desarrolla su obra de manera paralela al trabajo o chicas tontas que estaban destinadas a ser secretarias se inscriben en talleres de fotografia artística, el artista como elemento social de ruptura o como modelo de vida cool dejó de existir.
Ya no tiene ninguna gracia cruzar la línea si todos podemos cruzarla. Ya no hay desafío en ello.
Toda esta gente gris le ha quitado el encanto al asunto.
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