20 may 2011

Culebrón del 2010- Undecima entrega


Desde hacía unos  diez años pensaba seguido en la muerte. No porque estuviera envejeciendo: podía  fingir que no se daba cuenta de eso, sino  porque una noche se pasó  de venenos y tuvieron que internarlo. Tardó en  despertarse. El médico lo  reprendió como a un niño.
El quiso aprovechar la experiencia  de manera mística y la revistió  de  significados trascendentes, empezó a analizar obsesivamente  los cómos  y por qués que lo habian llevado a esa noche de excesos y concluyó   que la Muerte  había  salido a  su encuentro  pero  él había conseguido  evadirla.
Razón de mas para sacar  un disco furioso y rockero, como para celebrar su regreso del mas allá y claro,  pagar las cuentas de la clinica de rehabilitacion VIP en donde estuvo internado.  Igual, el fantasma siguió acechándolo: cómo sería el próximo encuentro? Cuándo ocurriría?
Era un tema recurrente en sus sesiones de psicoterapia,  en donde  analizaba sueños  y  vivencias buscando señales o premoniciones. Volvía  a él  el antiguo sueño de la estatua y ahora le sabía evidentemente fúnebre. Quedaba  enganchado semanas con una  frase espontánea  de una  canción, como si ahí estuviera la médula del secreto.
Nunca se  le ocurrió asociar la muerte a los  episodios  cuasi narcolépticos en los que  se perdía  cuando contemplaba la belleza de   las nuevas groupies que se le acercaban.
Extrañas,  apenas  mas jóvenes que  su  hijo mayor  y ya  mujeres  en edad reproductiva, plenas de deseos  y fantasías.Capullos recien abiertos. Cómo imaginar que  en cualquiera de esos  rostros  perfectos podría venir la última voluntad?
Era  como el  único espectador  en una sala de cine, solo  en la oscuridad, deslumbrándose hasta quedar casi ciego.
Absorto en la contemplación  de  su  propia  vida que se iba.
Claro que  al mismo  tiempo que empezó a  experimentar estas alucinaciones momentáneas,  se le  empezó a   volver casi monstruosa su propia imagen en el espejo: por mas que lo había intentado, no había logrado parecer  mas joven de lo que era y  los artificios empezaban a hacerse evidentes.
Por eso deambulaba a oscuras por la casa cuando estaba solo y  sin  estímulos.  Cuando  volvía a  ocupar todo su cerebro la  otra parte, la de las ventanas y la  de las preguntas sin respuesta.
Se sentía  un viejo despreciable y reventado.  Sentía  vergüenza de  acostarse con niñas, las imaginaba  esforzándose  por disimular el asco que les provocaba su  cuerpo raído y   su mal aliento. Porque  ahora  era obvio que se acercaban a el porque querían ser famosas también…curioso, cuando estaba con ellas, ese pensamiento le parecía algo alocado, un poco paranoico. Ahora era todo lo que podía sentir.

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