Estaba o estábamos en el campo como siempre en situacion límite: personas no gratas ponían en peligro nuestro pequeño eden de aislamiento y naturaleza. Y yo, claro, debía defenderlo.
El primer agresor era un nuevo rico cordobés con ideas grasas que pretendía instalarse con un horrendo complejo de treinta cabañas de mierda en justo al frente nuestro en el rio.
Durante la discusión en la que yo me esforzaba por disuadirlo, el me decía algo asi como:
-No la vés ni cuadrada…
-Y vos tampoco- le contestaba yo.
El segundo intruso era una especie de dominatrix que regenteaba un grupo de girl scouts cuya intención era acampar en nuestro terreno. Supongo que debía ser extranjera porque nos comunicábamos en inglés y yo en particular, en modo tarzanesco.
Me despachaba con no se qué historia sobre la inestabilidad del suelo, la existencia de cavernas subterráneas y las altas probabilidades de que la superficie cediera falling deep under tragándose a las acampantes.
Creo que lograba asustarla.
Como siempre que sueño con el campo, la topografía estaba sensiblemente alterada: el rio era el doble de caudaloso, las montañas eran mas altas, la distribución de bosque y monte era misteriosamente diferente, la casa estaba rodeada de chatarra tipo Mad Max, etc…

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