22 feb 2011

What if..?


Los calcos desgastados en el borde  de la ventana le hacían pensar  un  montón de cosas sobre la vida de sus primos. Creaba  historias que se le antojaban como la única interpretación  posible de la realidad. Así  sofocaba un poco  la  curiosidad que ellos le despertaban: eran mucho mayores, como diez años, ya eran hombres, tenían novias y  autos.
Los calcos, otras señales que encontraba por la casa y  las conversaciones de los adultos eran sus fuentes para interpretar lo que no era comprensible a primera vista.
Las conclusiones no siempre eran tranquilizadoras,  dejaba  recovecos inexplicables y  enigmas en cada esquina de su construcción (acaso para  volverla mas interesante de lo que era?).
Observaba todo,  la ropa, los cortes de pelo, la música que escuchaban.
Ese verano  le tocó  la habitación del fondo, con camas cuchetas.
Le gustaba  dormir en la cama de arriba , aunque nadie durmiera abajo porque asi  podía  mirar de cerca los calcos, acumulados  en la esquina de la  alta  ventana y  también  la  lámpara que  colgaba del techo, con sus pantallitas  plisadas y el soporte de  madera  brillante de barniz.
Los  calcos lucían  viejos, como de una época  que estuvo buenísima pero ella  era demasiado chica para participar. Como  recién estaba aprendiendo a leer, había algunos textos en los calcos que no comprendía  bien, con la tipografía muy estilizada.
En el  baño   chiquito de la  pieza de abajo había  otro  calco  en el   espejo  del botiquín, ese era de una  marca de dentífrico  brasilero, podía  darse  cuenta. Mostraba unas boquitas rojas que te enseñaban como  cepillarte en portugués. También estaba borrado en algunas partes, lo  que le agregaba  irresistible misterio.  Quien  lo pegó alli? 
Fueron quizás los otros primos? Los de  Buenos Aires? con esos no coincidían nunca en la casa, venían para Navidad y dejaban un calendario  con dibujos  alegóricos en el living. No sabía ni cómo se llamaban, ni cuántos eran. Una vez, una de estas primas se  había olvidado un cepillo para el pelo. Hermoso. Por los pelos enredados en la cerdas sabía entonces que era rubia y probablemente con larga cabellera. Lamentó  no poder quedarse con el cepillo. Alguna tia lo  guardó  para mandárselo  de  vuelta.
La pieza  de abajo ahora era ocupada por los  primos mas grandes, venían sólo por el  fin de semana, para ir a bailar a Keops y  después se volvían a la ciudad. Tenía una entrada aparte, como un pequeño departamento de soltero.
Cuando estaban todos juntos en la casa,  alguna noche, comían alfajores Havanna y  compartían algunos  juegos tontos. Sólo los varones. Ella podía  mirar.  Sus hermanos y los otros primos  menores recibían  toda la atención. Una vez, uno  de los primos mayores, el mas agresivo, se burló de ella delante de todos. Ni  su hermano la defendió.
Tuvo que refugiarse  en pieza del fondo  con la  prima pequeña que se hacía pis en la cama.
Otra vez el primo  mas bueno los llevó a  dar una  vuelta en Jeep. Los  Jeeps estaban de moda ese verano. Ir sentados atrás, con la  cabeza al viento  era divertido. Emocionante. Mientras  ellos estaban en la casa, todo parecía especial, como que habría sorpresas en todos los rincones. De  fondo, la sensación  un poquito amarga  que  en cualquier momento   se irían. Y  asi era: de pronto a la  mañana no estaban más, o se subían al auto y desaparecían.
De nuevo a  mirar los calcos y formular teorías. Seguramente allí habían pasado cosas  geniales. Quizás   el primo que durmió  allí  el verano de los calcos, tuvo un grupo de amigos muy grande y  salían todos juntos por la noche, hasta  que se hacía  de dia. Todos hacían  wind-surf y estaban  bronceados. Todos tenían  remeras de color rosa con estampas fluorescentes y escuchaban  The Police. Algo  inasible ahora. Y parecía que todo  había pasado antes de que ella aprendiera a caminar. La vejez de los calcos era prueba de ello.
El tiempo ahora era  de estos veranos  infantiles y solitarios. Con siestas largas  para pensar  en cómo  eran las cosas, cómo funcionaban, que habría  que   hacer o decir  en el futuro.

Después  vino una epoca larga y difícil. Los primos  envejecieron. La casa de  verano   fue vendida. La  ventana alta con los calcos permanece intacta en la memoria,   igual que las  explicaciones de por qué  todo así o así, o no, o  seguro que …
Las más de  las  veces las  fórmulas no coincidían, fuente  de  infortunios y tristezas. Como  si tuviera la herramienta  equivocada para  entender  todo.
Por eso  esta noche, veinticinco años después, cuando de improviso en casa de  unos amigos, descubre que la ventana del  baño es igual a aquella  ventana y un espejismo  ínfimo  la devuelve a  esas largas elucubraciones, los calcos, el olor  a gas de garrafa  que había en la casa, las urracas cantando afuera… un poco divertida se  pregunta: Y  si  todo aquello no fueran mas que suposiciones…?






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