Durante las últimas semanas las cosas se habían empezado a poner raras. Hubo un problema con la tarjeta: estaban en el supermercado Premium con varios amigos más, comprando cosas para cocinar en grupo y en el momento de pagar la cajera le dijo a Darlo que no tenía más fondos. Cayo cubrió el agujero rápidamente, feliz de poder hacerlo.
Cuca se peleó con el padre de Darlo y les contó que el viejo había decidido cortarles los fondos a ambos. Darlo tuvo una fuerte discusión con su padre y Cayo consideró que era mejor irse unos días a su monoambiente.
En los dias que siguieron, Darlo fue muchas veces a dormir a lo de Cayo. Tenían mucho sexo y estaban colocados casi todo el tiempo. En los breves momentos de lucidez, Darlo estaba de pésimo humor y hablaba de su padre, de las cosas que habían discutido en esos días y que se había puesto muy exigente con la facu a pesar de que todos sabían ya que el sólo hecho de tener las cuotas al día, aseguraba la continuidad académica.
A los dos les sobraba talento como para aprobar el semestre sin tener que dejar de drogarse o ir a fiestas. Eso decía Darlo. Cayo hacía como si nada, para él las cosas se iban a acomodar pronto y este nuevo universo continuaría en expansión.
Solo notó, en un par de ocasiones, que Darlo se distraía en las conversaciones o parecía aburrido.
Una noche, improvisaron una cena con Cuca en el departamento de unas amigas. La concurrencia era variada y confusa, muchas edades y orientaciones diferentes pero todos con ánimos de mezclarse y divertirse. Darlo parecía estimulado. Había gente nueva por todas partes.
A Cayo, desde el principio, lo ganó una sensación de desamparo. Se sintió separado de Darlo, aunque este se sentara a su lado en la cena. Cuando mas tarde estaban todos bailando en el living, notó que Darlo había desaparecido y se separó del grupo para buscarlo. Lo encontró en el lavadero, completamente abducido por el monólogo de un tipo que había estado sentado frente a ellos durante la comida, un profesor universitario o algo así.
Cayo pensó que esta vez no iba a poder controlar sus celos, quizás estaba intoxicado, no sé. Darlo lo miraba con unos ojos que el no conocía.
- Me voy a casa, no me siento bien- alcanzó a decir. Ni siquiera escuchó lo que Darlo y el profesor le dijeron, algo de llevarlo en auto o llamar un taxi.
Caminó hasta su departamento. Se quedó despierto en su colchón, mirando el techo hasta que se hizo de día. En vano esperó que Darlo tocara el timbre, que apareciera para quedarse a dormir como hacía antes. Pasaron dos días sin siquiera un mensaje de texto.
Cayo armó el bolso y se fue a Morteros. Era viernes a la siesta.
El domingo por la noche Darlo llamó (“A dónde te metiste?”). Cayo trató de sonar casual, explicó que le habían dado ganas de ver a sus hermanitas pero que mañana ya estaba de vuelta en Córdoba.
-Bueno, entonces pasá por casa, tengo novedades
-Que pasó? Te arreglaste con tu viejo?
- Si, más o menos, llegamos a un acuerdo, mañana te cuento, beso!
-Beso…
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