fuuuuuuck! estas chicas me hacen sentir vieja, provinciana y católica...
Telepathe - So Fine from Paul Tao on Vimeo.
27 feb 2011
25 feb 2011
Culebrón del 2007- Quinta entrega
Durante las últimas semanas las cosas se habían empezado a poner raras. Hubo un problema con la tarjeta: estaban en el supermercado Premium con varios amigos más, comprando cosas para cocinar en grupo y en el momento de pagar la cajera le dijo a Darlo que no tenía más fondos. Cayo cubrió el agujero rápidamente, feliz de poder hacerlo.
Cuca se peleó con el padre de Darlo y les contó que el viejo había decidido cortarles los fondos a ambos. Darlo tuvo una fuerte discusión con su padre y Cayo consideró que era mejor irse unos días a su monoambiente.
En los dias que siguieron, Darlo fue muchas veces a dormir a lo de Cayo. Tenían mucho sexo y estaban colocados casi todo el tiempo. En los breves momentos de lucidez, Darlo estaba de pésimo humor y hablaba de su padre, de las cosas que habían discutido en esos días y que se había puesto muy exigente con la facu a pesar de que todos sabían ya que el sólo hecho de tener las cuotas al día, aseguraba la continuidad académica.
A los dos les sobraba talento como para aprobar el semestre sin tener que dejar de drogarse o ir a fiestas. Eso decía Darlo. Cayo hacía como si nada, para él las cosas se iban a acomodar pronto y este nuevo universo continuaría en expansión.
Solo notó, en un par de ocasiones, que Darlo se distraía en las conversaciones o parecía aburrido.
Una noche, improvisaron una cena con Cuca en el departamento de unas amigas. La concurrencia era variada y confusa, muchas edades y orientaciones diferentes pero todos con ánimos de mezclarse y divertirse. Darlo parecía estimulado. Había gente nueva por todas partes.
A Cayo, desde el principio, lo ganó una sensación de desamparo. Se sintió separado de Darlo, aunque este se sentara a su lado en la cena. Cuando mas tarde estaban todos bailando en el living, notó que Darlo había desaparecido y se separó del grupo para buscarlo. Lo encontró en el lavadero, completamente abducido por el monólogo de un tipo que había estado sentado frente a ellos durante la comida, un profesor universitario o algo así.
Cayo pensó que esta vez no iba a poder controlar sus celos, quizás estaba intoxicado, no sé. Darlo lo miraba con unos ojos que el no conocía.
- Me voy a casa, no me siento bien- alcanzó a decir. Ni siquiera escuchó lo que Darlo y el profesor le dijeron, algo de llevarlo en auto o llamar un taxi.
Caminó hasta su departamento. Se quedó despierto en su colchón, mirando el techo hasta que se hizo de día. En vano esperó que Darlo tocara el timbre, que apareciera para quedarse a dormir como hacía antes. Pasaron dos días sin siquiera un mensaje de texto.
Cayo armó el bolso y se fue a Morteros. Era viernes a la siesta.
El domingo por la noche Darlo llamó (“A dónde te metiste?”). Cayo trató de sonar casual, explicó que le habían dado ganas de ver a sus hermanitas pero que mañana ya estaba de vuelta en Córdoba.
-Bueno, entonces pasá por casa, tengo novedades
-Que pasó? Te arreglaste con tu viejo?
- Si, más o menos, llegamos a un acuerdo, mañana te cuento, beso!
-Beso…
22 feb 2011
What if..?
Los calcos desgastados en el borde de la ventana le hacían pensar un montón de cosas sobre la vida de sus primos. Creaba historias que se le antojaban como la única interpretación posible de la realidad. Así sofocaba un poco la curiosidad que ellos le despertaban: eran mucho mayores, como diez años, ya eran hombres, tenían novias y autos.
Los calcos, otras señales que encontraba por la casa y las conversaciones de los adultos eran sus fuentes para interpretar lo que no era comprensible a primera vista.
Las conclusiones no siempre eran tranquilizadoras, dejaba recovecos inexplicables y enigmas en cada esquina de su construcción (acaso para volverla mas interesante de lo que era?).
Observaba todo, la ropa, los cortes de pelo, la música que escuchaban.
Ese verano le tocó la habitación del fondo, con camas cuchetas.
Le gustaba dormir en la cama de arriba , aunque nadie durmiera abajo porque asi podía mirar de cerca los calcos, acumulados en la esquina de la alta ventana y también la lámpara que colgaba del techo, con sus pantallitas plisadas y el soporte de madera brillante de barniz.
Los calcos lucían viejos, como de una época que estuvo buenísima pero ella era demasiado chica para participar. Como recién estaba aprendiendo a leer, había algunos textos en los calcos que no comprendía bien, con la tipografía muy estilizada.
En el baño chiquito de la pieza de abajo había otro calco en el espejo del botiquín, ese era de una marca de dentífrico brasilero, podía darse cuenta. Mostraba unas boquitas rojas que te enseñaban como cepillarte en portugués. También estaba borrado en algunas partes, lo que le agregaba irresistible misterio. Quien lo pegó alli?
Fueron quizás los otros primos? Los de Buenos Aires? con esos no coincidían nunca en la casa, venían para Navidad y dejaban un calendario con dibujos alegóricos en el living. No sabía ni cómo se llamaban, ni cuántos eran. Una vez, una de estas primas se había olvidado un cepillo para el pelo. Hermoso. Por los pelos enredados en la cerdas sabía entonces que era rubia y probablemente con larga cabellera. Lamentó no poder quedarse con el cepillo. Alguna tia lo guardó para mandárselo de vuelta.
La pieza de abajo ahora era ocupada por los primos mas grandes, venían sólo por el fin de semana, para ir a bailar a Keops y después se volvían a la ciudad. Tenía una entrada aparte, como un pequeño departamento de soltero.
Cuando estaban todos juntos en la casa, alguna noche, comían alfajores Havanna y compartían algunos juegos tontos. Sólo los varones. Ella podía mirar. Sus hermanos y los otros primos menores recibían toda la atención. Una vez, uno de los primos mayores, el mas agresivo, se burló de ella delante de todos. Ni su hermano la defendió.
Tuvo que refugiarse en pieza del fondo con la prima pequeña que se hacía pis en la cama.
Otra vez el primo mas bueno los llevó a dar una vuelta en Jeep. Los Jeeps estaban de moda ese verano. Ir sentados atrás, con la cabeza al viento era divertido. Emocionante. Mientras ellos estaban en la casa, todo parecía especial, como que habría sorpresas en todos los rincones. De fondo, la sensación un poquito amarga que en cualquier momento se irían. Y asi era: de pronto a la mañana no estaban más, o se subían al auto y desaparecían.
De nuevo a mirar los calcos y formular teorías. Seguramente allí habían pasado cosas geniales. Quizás el primo que durmió allí el verano de los calcos, tuvo un grupo de amigos muy grande y salían todos juntos por la noche, hasta que se hacía de dia. Todos hacían wind-surf y estaban bronceados. Todos tenían remeras de color rosa con estampas fluorescentes y escuchaban The Police. Algo inasible ahora. Y parecía que todo había pasado antes de que ella aprendiera a caminar. La vejez de los calcos era prueba de ello.
El tiempo ahora era de estos veranos infantiles y solitarios. Con siestas largas para pensar en cómo eran las cosas, cómo funcionaban, que habría que hacer o decir en el futuro.
Después vino una epoca larga y difícil. Los primos envejecieron. La casa de verano fue vendida. La ventana alta con los calcos permanece intacta en la memoria, igual que las explicaciones de por qué todo así o así, o no, o seguro que …
Las más de las veces las fórmulas no coincidían, fuente de infortunios y tristezas. Como si tuviera la herramienta equivocada para entender todo.
Por eso esta noche, veinticinco años después, cuando de improviso en casa de unos amigos, descubre que la ventana del baño es igual a aquella ventana y un espejismo ínfimo la devuelve a esas largas elucubraciones, los calcos, el olor a gas de garrafa que había en la casa, las urracas cantando afuera… un poco divertida se pregunta: Y si todo aquello no fueran mas que suposiciones…?
18 feb 2011
Culebrón del 2007- Cuarta entrega
Todavía es muy pronto para que Cayo entienda como fué que las reuniones grupales para proyectar los dóciles encargos de la facu se habían convertido en un fin de semana eterno para ellos dos solos. Los compañeros de grupo fueron desapareciendo uno a uno, hasta que se formó la dupla ideal: Cayo, con su aproximación fresca-audaz y sus habilidades compositivas y Darlo, con su capacidad operativa y acceso a la tecnología necesaria para materializarlo todo.
Fascinación mutua.
A Cayo le gusta volver una y otra vez a esa siesta en que estaban los dos tirados en el piso de su monoambiente, mirándose como tontos, había una luz especial, de sol filtrado por las nubes. Sonaba un disco que había traído Darlo. Ya habían olvidado el motivo de esa reunión: algo para la facu seguramente, pero se había diluido entre la música y las miradas insistentes de Darlo. Cayo hasta el momento, había simulado no entender nada.
De un momento a otro Darlo lo besó.
Fue un beso hermosísimo, lleno de suspiros y consentimientos.
De ahí en mas, el génesis de su propia galaxia: sus discos favoritos, la cantidad increíble de películas vistas juntos, las salidas de shopping, las faltadas a clase para pasear en auto por el Cerro, los fines de semana en la casa de Carlos Paz con el padre de Darlo y Cuca.
El padre era legislador o algo así, se había separado hace mucho tiempo de la madre de Darlo. Casi no la veían porque se volvió a Catamarca, de donde era. No se sabía mucho más. Las hermanas (dos, de más de treinta) casadas o divorciadas, vivían en barrios privados con sus hijos.
En el departamento de Nueva Córdoba solo quedaban el pequeño consentido y su papá, y Cuca, claro.
Había semanas en las que Cayo no volvía a su monoambiente, totalmente absorbido por esta historia. Cuando lo hacía, para chequear que todo estuviera en orden y fingir que necesitaba estar solo unas horas, no podía dejar de pensar en Darlo. Imaginaba que Darlo lo estaba mirando todo el tiempo y entonces actuaba en consecuencia, con sus nuevos hábitos adquiridos: caminar desnudo por el departamento mientras se preparaba un baño, poner un disco de dubstep, tomar un vaso de tónica helada… todo con la soltura de quien siempre ha hecho todo así (para qué hablar de su adolescencia hacinada, la omnipresente radio AM de su mamá o su refresco de naranja favorito de todos los tiempos?)
Al cabo de cuatro meses de idilio, Cayo había olvidado quien era, o bien, creía que era Darlo, o su gemelo inseparable que siempre estuvo ahí. Encajaba perfectamente en el entorno, parecía agradarles a todos. Procuraba no pensar demasiado en las historias anteriores o paralelas de Darlo (Darlo salía con una de las compañeras de grupo de la facu cuando se conocieron y también le confesó que su analista además de escucharlo, le proporcionaba generosas dosis de sexo oral). Cayo reprimía celos y temores, prefería pensar que así eran los vínculos modernos y que el no podía tener tan mal gusto de hacer un escena o mostrarse posesivo con su amante.
16 feb 2011
14 feb 2011
TV II
Como darme cuenta entonces si sólo tenía quince años!
El verano de La Pachanga * debió ser una señal de alarma difícil de ignorar para los que estaban lúcidos en aquel momento.
Si me pongo a pensar no puedo creer que pude sobrevivir a semejante avalancha de
mediocridad y mal gusto. El daño en los cerebros de la generación de adolescentes noventeros
es incalculable. No hablo por los que directamente se quemaron ese verano, comprando compact discs de Vilma Palma o usando borceguíes con maxifaldas.
Hablo de los que sobrevivimos, olvidamos y alguna vez quisimos hacer algo bueno en los años que siguieron.
Al menos lo intentamos por un tiempo hasta que el recuerdo del verano ominoso, de ser una vaga amenaza, se convirtió en ineludible pensamiento de fondo de todos los dias, haciendo que nos sintiéramos cansados aun antes de empezar cualquier cosa.
Aquello realmente ocurrió y … sigue ocurriendo, con otros nombres y a todo nivel. Miren sino a la clase dirigente…
Es una guerra contra nosotros mismos y la estamos perdiendo.
*La Pachanga: además de ser el hit del verano del 93 fue el nombre de un programa de la tele cordobesa, una especie de Telemanías recauchutado con pretensiones internacionales.
13 feb 2011
TV
Aqui en la provincia abundan las viejas que tienen programas de cable financiados por el marido gordo y anestesiado.
Nadie los ve salvo ellas mismas.
En general son de formato tipo magazine o bien una simple mescolanza de temas relacionados con el control y la modificación del cuerpo (maquillaje, cirugías, uñas esculpidas y pilates) y algún bocadillo de lo que estas viejas entienden por arte: una amiga chota del country que pinta hojitas secas y las pega en una caja de cartón y entonces es un hermoso costurero o secretaire. La confusión entre arte y artesanía por lo general viene de la mano con la confusión de lo que es el reciclaje de materiales: estas viejas creen que porque compran un pedazo de cartón o muchos rollos de papel higiénico para hacer sus obras, están reciclando.
Me fui por las ramas, pero es un buen ejemplo de las fáciles justificaciones que encuentran estas viejas para sus desvaríos.
La que hace de conductora del magazine (volviendo a ella) es la que acusa el ego mas hipertrofiado, manifiesto en un inquebrantable deseo de ser rubia y usar mucho maquillaje.
Por ahí se le sale la cadena con sus manías: tanorexia, un oxigenado inhumano o alguna cirugía evidente/innegable nos hablan de la distorsiva relación que mantiene con los espejos asi como de sus ordinarios referentes estéticos.
Yo me crucé en el baño de un hotel con una de esas viejas. Ella estaba grabando su programa en el lobby con un camarógrafo rendido y un invitado embalsamado. La vieja estaba maquillándose frente al espejo (ellas se autoadministran todo) y me miró desconfiada de reojo. Estaba claro que yo estaba interrumpiendo su fantasía de Marilyn o Susana frente al espejo del camarín ..quizás con música mental y foquitos imaginarios rodeando su rostro.
Ejemplos de estos magazines provincianos hay infinitos. Se me ocurre citar a los mainstream : Espectáculo Hora Cero ( setentoso,de claro tinte Carlospacense), Nivel UNNO (que quiere ser una versión cool-noventera del antes citado) y Tiempo Útil (que viene siendo algo mas tipo Utilísima, pero peligrosamente similar a Mañanas al Pedo).
La vieja que conduce este último se destaca por su insistencia en la tele local. La recuerdo aún jovencita, haciendo de notera para unos de esos programas veraniegos, reseñando algo como una carrera de cuatriciclos en los terrosos caminos cerca de Cabalango, con 40º a la sombra solo vestida con un bikini fucsia y un shortcito de jean…
11 feb 2011
Culebrón del 2007- Tercera entrega
Que estaría haciendo Darlo en este momento? Sábado, veinte horas, seguramente solo en el enorme departamento. Fumado y desnudo, viendo una película que alquiló Cuca.
Cuca, la novia del padre de Darlo, toda cirugía y carteras de Ricky Sarkany.
Había menos diferencia de edad entre Cuca y ellos que entre Cuca y el padre de Darlo. De hecho, cuando papi estaba de viaje o en reuniones (casi siempre) Cuca pasaba un montón de tiempo con ellos. Veían películas, fumaban, tomaban pastillas, salían a bailar.
Era como una hermana mayor muy descontrolada, el pase libre a las pocas cosas a las que Darlo a veces no podía acceder (una extensión en la tarjeta, cambiar el auto, conseguir la autorización de su padre para viajes y demás excentricidades). Cuca, su risa fácil, su ropa ajustada, sus inseguridades de mujer que esta dejando de ser joven.
Una vez compartieron la cama. Fue en la madrugada de un domingo, después del Infierno.
Estaban muy agitados y no se sabe cómo, de repente estaban los tres revolcándose en la cama de Darlo. Cuando se dio cuenta, Cayo trató de no parecer muy impresionado, se hizo el que dormía una vez que Darlo acabo con él y se ocupó de Cuca.
Escuchó todo.
Mas tarde, cuando se levantó a tomar agua (no podía dormir), los vió: dormían acucharados, Cuca con la boca apoyada en el hombro joven y terso de Darlo, a una almohada de distancia de donde el había fingido dormir todo ese tiempo. Al mediodía como si nada, chistes, brunch en la luminosa cocina, los tres con gafas oscuras. Mejor.
Así no tenía que mirarlos a los ojos.
Sábado, veinte horas, en Morteros.
Cayo tirado sobre su angosta cama de adolescente, en la habitación compartida de niño.
A su lado, las hermanitas saltan sobre sus respectivas camas, jugando con el control remoto (de MuchMusic a MTV, de Britney a Shakira y Alejandro Sanz). Imitan a las estrellas de la tele. En el pueblo ya se instaló la fiebre Operación Triunfo: no hay una cabecita libre de esas fantasías, dudosos sacrificios y humillaciones públicas para alcanzar el trofeo de la fama.
Están un poco excitadas por la presencia de Cayo en la casa, lo admiran: huelen el glamour en sus pantalones de marca (otra transgresión a su mensualidad para parecerse más a Darlo). Quieren que Cayo las maquille y les saque fotos como hacían antes, se desviven por ser miradas por él. Cayo las ignora, un poco molesto y avergonzado de sí mismo. Soportando esa chiquilinada mediocre cuando podría estar hablando de libros de Taschen con Darlo, en la terraza, observando la ciudad o simplemente haciendo el amor en la ducha, con la puerta abierta. Levantándose tardísimo y con mucha hambre.
El departamento de Darlo todo para ellos, con la heladera llena de productos de lujo que Cayo no conocía, como un queso francés rarísimo y la mucama invisible que se ocupaba de que todo volviera a su lugar después de que pasaban ellos, inmersos en la realidad paralela Darlo-Cayo.
10 feb 2011
4 feb 2011
Culebrón del 2007- Segunda entrega
Darlo, riendo, desde la ducha:
- Que mirás con esa cara?
- Nada, cuándo dijiste que te vas?
- El martes dieciséis, Cuca me consiguió el pasaje, no me da mucho tiempo para prepararme pero esta más que bien: así tengo unas semanas libres antes de que empiece el curso y puedo pasear y colgarme por ahí …
-Si, buenísimo- Cayo haciendo un enorme esfuerzo para disimular su terremoto interior.
- Por ahí te consigo ese libro de Taschen que vimos en internet y te lo mando…-Darlo indiferente, secándose con una toalla enorme y blanca como nunca hubo en casa de Cayo.
- Claro!- Cayo, pensando: “Mandármelo? Por qué? No piensa volver?”
-Que pasa? Por qué me mirás así?
-Nada, nada…
Cayo había pasado el fin de semana en su casa materna, en Morteros, a pedido especial de su abuela Rosa. Decidió ir porque era verdad que en los últimos dos meses había estado un poco intensivamente concentrado en Darlo y su familia quería verlo, reclamaban atención.
Su madre dijo estar preocupada, quería saber como andaban los estudios (la razón por la cual habían comprado ese departamento en Córdoba y pagaban la cuota de la universidad privada).
Para la familia de Cayo esta era la primera posibilidad de escalar socialmente.
El viejo no entendía bien lo que el chico había elegido: no encontraba aplicaciones profesionales para el diseño gráfico.
- Me podés hacer un lindo cartel para la panadería…- le había dicho, preocupado y transpirado, detrás del mostrador lleno de criollitos, no sabiendo muy bien en que estaba invirtiendo su dinero. Y Cayo tan raro, con ese flequillo irregular constantemente laqueado, sus enojos y su actitud casi autista durante las reuniones familiares.
La madre y la abuela lo adoraban sin más, era el preferido total.
Durante ese fin de semana se había aguantado unos cuantos reproches. Rumores que habían llegado al pueblo le daban al tono de su madre un tinte de desesperación telenovelera, como si el mundo se cayera sobre sus pobres cabezas trabajadoras.
Dar explicaciones. Sobre los estudios, sobre los gastos, sobre por qué casi nunca contestaba las llamadas. El padre no hablaba, temiendo quien sabe qué.
Cayo dejó conformes a las señoras con unas pocas palabras, las distrajo con los brillos de la ciudad y trató de pasar el fin de semana ignorando las obvias comparaciones entre su entorno y el de Darlo.
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