Desde hacía unos diez años pensaba seguido en la muerte. No porque estuviera envejeciendo: podía fingir que no se daba cuenta de eso, sino porque una noche se pasó de venenos y tuvieron que internarlo. Tardó en despertarse. El médico lo reprendió como a un niño.
El quiso aprovechar la experiencia de manera mística y la revistió de significados trascendentes, empezó a analizar obsesivamente los cómos y por qués que lo habian llevado a esa noche de excesos y concluyó que la Muerte había salido a su encuentro pero él había conseguido evadirla.
Razón de mas para sacar un disco furioso y rockero, como para celebrar su regreso del mas allá y claro, pagar las cuentas de la clinica de rehabilitacion VIP en donde estuvo internado. Igual, el fantasma siguió acechándolo: cómo sería el próximo encuentro? Cuándo ocurriría?
Era un tema recurrente en sus sesiones de psicoterapia, en donde analizaba sueños y vivencias buscando señales o premoniciones. Volvía a él el antiguo sueño de la estatua y ahora le sabía evidentemente fúnebre. Quedaba enganchado semanas con una frase espontánea de una canción, como si ahí estuviera la médula del secreto.
Nunca se le ocurrió asociar la muerte a los episodios cuasi narcolépticos en los que se perdía cuando contemplaba la belleza de las nuevas groupies que se le acercaban.
Extrañas, apenas mas jóvenes que su hijo mayor y ya mujeres en edad reproductiva, plenas de deseos y fantasías.Capullos recien abiertos. Cómo imaginar que en cualquiera de esos rostros perfectos podría venir la última voluntad?
Era como el único espectador en una sala de cine, solo en la oscuridad, deslumbrándose hasta quedar casi ciego.
Absorto en la contemplación de su propia vida que se iba.
Claro que al mismo tiempo que empezó a experimentar estas alucinaciones momentáneas, se le empezó a volver casi monstruosa su propia imagen en el espejo: por mas que lo había intentado, no había logrado parecer mas joven de lo que era y los artificios empezaban a hacerse evidentes.
Por eso deambulaba a oscuras por la casa cuando estaba solo y sin estímulos. Cuando volvía a ocupar todo su cerebro la otra parte, la de las ventanas y la de las preguntas sin respuesta.
Se sentía un viejo despreciable y reventado. Sentía vergüenza de acostarse con niñas, las imaginaba esforzándose por disimular el asco que les provocaba su cuerpo raído y su mal aliento. Porque ahora era obvio que se acercaban a el porque querían ser famosas también…curioso, cuando estaba con ellas, ese pensamiento le parecía algo alocado, un poco paranoico. Ahora era todo lo que podía sentir.