22 abr 2011

Culebrón del 2010- Septima entrega


En los  últimos años   se había  vuelto en extremo sensible a  la belleza  de las chicas muy jóvenes, como  si su percepción se  hubiera afinado   muchísimo, podía  ver  microscópicos cambios de luz  en unas pupilas color  caramelo, o partículas tornasoladas  desplazarse  en cámara lenta  por una cabellera larguísima, o sentir cómo los cambios  de temperatura afectaban la textura de la piel  de  una frenética bailarina de diecinueve años.
Resultaba fascinante y aún mucho mas  gratificante  cuando ellas se abandonaban en sus  brazos, sofocándolo con  sus delicados perfumes, empañándole la cara  con sus  respiraciones agitadas y  pequeñas  quejas  de ritual de apareamiento…
Parecía un milagro que una tras otra  fueran llegando a él, cada vez mas jóvenes  y progresivamente mas fantásticas.
Al principio todo ocurría de manera  natural.  El también era  joven y las mujeres no eran sino avalanchas, oportunidades  constantes que se presentaban a diario en cualquier contexto: las groupies de la fiesta después del show, la secretaria de la discográfica, la corista enamorada,  la novia de  su mejor amigo, las azafatas,  una amiga divorciada de su madre, modelos varias, un grupo de fans histéricas que habían  pasado toda la  noche  en vela frente al hotel and so on…
Pero entonces  no  percibía detalles, todas eran bonitas y estaban dispuestas.
Fue como con las ventanas azules  del amanecer, sólo  en los ultimos  tiempos  la fascinación  se hizo mas perceptible a la vez que indescifrable.
Y ella era  como el  micrófono retro que  querían  conseguir  para su primer videoclip, como los discos originales de The  Police, como  una guitarra cara, algo  salido de  un mundo superior en donde las cosas se fabricaban con materiales de alta calidad y no meras  improvisaciones sudamericanas.
La versión mejorada de  toda  groupie hasta ahora conocida.
Criada en condiciones óptimas y únicas en territorio nacional, la ecuación genética  exacta para que  por fuera luciera como una modelo europea pero pudiera comunicarse  con su entorno en fáciles términos locales y tuviera  la información  necesaria en su sistema operativo para  sentirse  subyugada ante  su  persona.

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