29 abr 2011

Culebrón del 2010- Octava entrega


Una  esposa  envejeciendo  en casa no  le conviene a ningun rocker.  Es  como  tener un  retrato de Dorian  Gray.
Y cuando el aburguesamiento empieza a manifestarse  en forma de  estúpido sweater  colgado  de los hombros o hábitos de viejo de clase media, una estrella debería saber que es el momento para  retirarse de la  vida pública.
En serio, nadie quiere ver a  Mick Jagger  con su cara arrugada mirando  partidos de  la  Fifa World Championship desde su palco Vip. Es  como si ya no le importara  siquiera  engañarnos.
Y la verdad es que hay demasiadas chicas lindas atrás  del  mismo sueño de fama y fortuna,  todas   están calificadas pero para ser  celebrity hace  falta algo más. El sello  de aprobación otorgado por  otra estrella de mayor calibre, vincular el glamour de uno con otro, agregar contenido a esa cara bonita… insinuar un algo  más.
A ella le convenía, no lo  tenía del todo claro porque su propio ego obturaba cualquier razonamiento pero su piloto automático no iba  a dejar pasar  esa oportunidad. Ademas  el viejo estaba loco por ella y cada vez que la miraba la hacía sentirse  como una  tapa de GQ.
No  entendía muy bien  algunas  cosas que él  le decía y otras hasta le  daban un poco de asco. Era claro que  se trataba  de  una sensibilidad  generacional distinta. Un simple reflejo  instintivo de rechazar  todo lo  que  es viejo-decadente a cambio de  aquello que es explosivamente joven. Una chica  siguiendo sus impulsos biológicos, nada menos. A pesar de esto, una voz interior le  dictaba que era necesario perseverar. Este último, podríamos decir, instinto  de supervivencia,  era reforzado por  el parloteo incesante  de su manager que la llamaba a diario para  controlar   el progreso  de  la relacion amorosa y sexual  con el  rocker. Sus amigas  e incluso  su madre  hacian lo mismo. La  escuchaban, la instaban a  ignorar los aspectos  molestos y le aconsejaban estar siempre dispuesta.
La otra  voz, la  de la naturaleza, era entonces sofocada y  no es dificil entender por qué: para este  especimen  biológico la supervivencia  consiste en una  dieta  de  lujos ridículos que  su nuevo  amante podría proveer de manera idónea. Además, estaba  tan perdido por ella que  hasta podía  permitirse  hacer   de vez en cuando  desplantes encantadores, mitad  reales (su  verdadero   desahogo emocional, aunque confuso  y  no asumido) mitad  performáticos que terminaban siempre en  reconciliaciones  o recompensas materiales.
Los meses despues de la muerte  en el hotel,  concedió muchas entrevistas. Casi siempre le preguntaban si había notado algo  en  el difunto que anticipara su muerte, si lo había visto cansado o  había notado una desmejoría en su salud. No había notado nada, nunca.

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