Una esposa envejeciendo en casa no le conviene a ningun rocker. Es como tener un retrato de Dorian Gray.
Y cuando el aburguesamiento empieza a manifestarse en forma de estúpido sweater colgado de los hombros o hábitos de viejo de clase media, una estrella debería saber que es el momento para retirarse de la vida pública.
En serio, nadie quiere ver a Mick Jagger con su cara arrugada mirando partidos de la Fifa World Championship desde su palco Vip. Es como si ya no le importara siquiera engañarnos.
Y la verdad es que hay demasiadas chicas lindas atrás del mismo sueño de fama y fortuna, todas están calificadas pero para ser celebrity hace falta algo más. El sello de aprobación otorgado por otra estrella de mayor calibre, vincular el glamour de uno con otro, agregar contenido a esa cara bonita… insinuar un algo más.
A ella le convenía, no lo tenía del todo claro porque su propio ego obturaba cualquier razonamiento pero su piloto automático no iba a dejar pasar esa oportunidad. Ademas el viejo estaba loco por ella y cada vez que la miraba la hacía sentirse como una tapa de GQ.
No entendía muy bien algunas cosas que él le decía y otras hasta le daban un poco de asco. Era claro que se trataba de una sensibilidad generacional distinta. Un simple reflejo instintivo de rechazar todo lo que es viejo-decadente a cambio de aquello que es explosivamente joven. Una chica siguiendo sus impulsos biológicos, nada menos. A pesar de esto, una voz interior le dictaba que era necesario perseverar. Este último, podríamos decir, instinto de supervivencia, era reforzado por el parloteo incesante de su manager que la llamaba a diario para controlar el progreso de la relacion amorosa y sexual con el rocker. Sus amigas e incluso su madre hacian lo mismo. La escuchaban, la instaban a ignorar los aspectos molestos y le aconsejaban estar siempre dispuesta.
La otra voz, la de la naturaleza, era entonces sofocada y no es dificil entender por qué: para este especimen biológico la supervivencia consiste en una dieta de lujos ridículos que su nuevo amante podría proveer de manera idónea. Además, estaba tan perdido por ella que hasta podía permitirse hacer de vez en cuando desplantes encantadores, mitad reales (su verdadero desahogo emocional, aunque confuso y no asumido) mitad performáticos que terminaban siempre en reconciliaciones o recompensas materiales.
Los meses despues de la muerte en el hotel, concedió muchas entrevistas. Casi siempre le preguntaban si había notado algo en el difunto que anticipara su muerte, si lo había visto cansado o había notado una desmejoría en su salud. No había notado nada, nunca.


