I must write about this:
Hace como diez años asistí a un workshop de fotografía dictado por un alemán random que, cual náufrago del arte contemporáneo, llegó a nuestras costas pretendiendo hacernos trabajar.
Al principio se armó un grupo grande y entusiasta de fotógrafos y aficionados locales que
se interesó por lo que el gringo tenía que decirnos.
Eso, ya se sabe, tiene un encanto irresistible para nuestras cabecitas de colonia no superada.
Con el correr de los días el grupo se fue desintegrando al ritmo que las exigencias del gringo aumentaban, como es natural. Pero eso es otro tema.
A lo que yo quiero referirme aquí es al momento en que pasamos de la conversación indolente al primer trabajo práctico propuesto por el alemán.
El tipo nos pidió que trajéramos al workshop una imagen que nos gustara ( de una revista, un libro, etc) y que armáramos equipos de trabajo con el fin de reproducir esas imágenes. Teníamos que estudiar la foto en cuestión, analizar como estaba hecha, como era la planta de luces, la técnica de revelado y copiado (esto, aclaro, fue previo el boom digital) etc. y después hacerlo…
Uno de los aspirantes a fotógrafo (un fumanchín que sacaba diapositivas con macro a gotas de agua mezcladas con témpera, todo un rubro dentro de la fotografía psicodélica...) cayó con un aviso de Versace hecho por Avedon:
Un blanco y negro imposible con gradaciones de grises hipnóticas, una pulcritud nunca vista en estas tierras, un fondo infinito neutro y una modelo kilométrica envuelta en unas gasas flotantes al igual que su pelo cuasi blanco. Eso era todo, pero exudaba tal cantidad de perfección que era dificil no sucumbir.
Yo formaba parte del equipo de producción y aunque de movida me di cuenta de que el desafío era una deformidad, aun era joven y creí que a pura voluntad podríamos hacer algo.
Al dia siguiente estábamos shooteando en una habitación de 3 x 3 con techo bajo y paredes manchadas de humedad, con un fondo de trapo arrugado y sin mas equipos que una lámpara halógena tipo cuadradito atada con alambre a un tripode oxidado.
Los muchachos habían conseguido un ventilador monstruoso que en vez de acariciar los flotantes rizos de la modelo mas bien empujaba a la amiga que se ofreció como modelo, cagada de frío, en bolas y enroscada en una sábana vieja, arrepintíendose del momento en que la convencieron de prestarse a este delirio.
El fumanchín oficiaba de photographer con su Nikon F4.
Yo fotometreaba con un aparato de la época de Lumière.Todo fallaba, nada era lo que creíamos que iba a ser. Y ahí ocurrió:
En medio de la debacle, la modelo ahogada por la sábana, el fondo arrugado, el tiro de cámara insuficiente, el alambre que sostenía la lámpara cediendo y mil limitaciones tecnicas más, el fumanchín, risueño, se da vuelta y nos dice:
- Re-Avedon!!
Esa es la actitud. Yo, en cambio, ante la infinita distancia material-intelectual-técnica que nos separaba de aquella imagen perfecta, no pude hacer otra cosa que deprimirme.
Oscura y profundamente.

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