9 mar 2011

faion fotografi







I must  write about this:



Hace como diez años asistí a un workshop de fotografía dictado por un alemán random que, cual náufrago  del arte contemporáneo, llegó a nuestras costas pretendiendo hacernos trabajar.
Al principio se  armó un grupo grande y  entusiasta de fotógrafos y aficionados locales que
se interesó por lo que el gringo tenía que  decirnos.
Eso, ya se sabe, tiene un encanto irresistible para nuestras cabecitas de colonia no superada.
Con el correr de los días el grupo se fue desintegrando al ritmo que las exigencias del gringo aumentaban, como es natural. Pero eso es otro tema.

A lo que yo  quiero referirme aquí es  al momento en que  pasamos  de la  conversación indolente al primer  trabajo práctico propuesto por el alemán.
El tipo nos pidió que  trajéramos al workshop una imagen  que nos gustara ( de una revista, un libro, etc) y  que  armáramos equipos de trabajo con  el fin de reproducir  esas imágenes. Teníamos que estudiar la foto en cuestión, analizar  como estaba hecha,  como era la planta de luces, la técnica de revelado y copiado (esto, aclaro,  fue previo el boom digital) etc. y después hacerlo…
 Uno de los  aspirantes a  fotógrafo (un fumanchín que sacaba diapositivas con macro a  gotas de agua mezcladas con témpera, todo  un rubro dentro de la fotografía  psicodélica...) cayó con un aviso de Versace hecho por Avedon:

Un blanco y negro imposible  con gradaciones de grises  hipnóticas, una pulcritud nunca vista en estas tierras,  un  fondo  infinito neutro  y  una modelo kilométrica  envuelta en unas gasas flotantes  al igual que su pelo cuasi  blanco. Eso era todo, pero exudaba tal cantidad de perfección que era  dificil no sucumbir.

Yo formaba parte del equipo  de producción y aunque de movida me  di cuenta de que el desafío era una deformidad, aun era joven y creí que a pura voluntad podríamos hacer algo.
Al dia  siguiente estábamos  shooteando en una habitación de 3 x 3 con techo bajo y paredes manchadas de humedad, con un fondo de trapo arrugado y sin mas  equipos  que una lámpara halógena tipo cuadradito atada con alambre a un tripode oxidado.
Los muchachos habían conseguido un  ventilador monstruoso que en vez de  acariciar los flotantes  rizos de la modelo mas bien empujaba a la amiga que se ofreció como modelo, cagada de  frío, en bolas y enroscada en una sábana vieja, arrepintíendose del momento en que la convencieron de prestarse a este delirio.
El fumanchín  oficiaba de  photographer con  su  Nikon F4.
Yo fotometreaba con un  aparato de la época de Lumière.Todo fallaba,  nada era lo que creíamos que iba a ser. Y ahí  ocurrió:
En medio de la debacle,  la modelo ahogada por la sábana, el fondo arrugado, el tiro de cámara insuficiente,  el alambre  que sostenía la lámpara  cediendo y  mil limitaciones tecnicas más, el fumanchín, risueño, se da  vuelta y nos dice:
- Re-Avedon!!
Esa es la actitud.  Yo, en cambio, ante la infinita distancia material-intelectual-técnica que nos  separaba de aquella imagen perfecta, no pude hacer otra cosa que  deprimirme.
Oscura y profundamente.

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