Nunca vamos a ser actores de Hollywood ni rubias de un metro ochenta, tampoco diseñadores de vanguardia que hablan cuatro idiomas y que viven la mitad del año en Stuttgart. Ni curadores de arte contemporáneo que ganan becas para estudiar en los Paises Bajos y entonces sus carreras despegan con espectacularidad.
No podremos ser rockeros sexies que duermen con modelos adolescentes ni fotógrafos que salen en antologías de la Taschen antes de cumplir los treinta.
Porque nosotros vamos a vivir siempre aquí, eternamente. Emocionándonos cada vez que escuchamos Bizarre Love Triangle, aunque no entendamos la letra pero porque su encanto es perenne.
Soñando con vivir en Londres de los 80s o Paris de los 60s mientras esquivamos soretes secos en las calles de Bº San Martin, mientras pisamos nuestros propios corazones en cada baldosa de las calles del centro de nuestra pequeña ciudad de provincia.
Y vemos las chicas imitar modas vulgares de la capital, como una resaca desteñida.
Y nos quedamos con la boca abierta y el alma hecha pedazos cada vez que nos enamoramos de algo o alguien en la gran ciudad.
Nos vamos a quedar aquí, conformándonos con nuestros trabajos sin destino. Quedándonos dormidos el dia mas importante. Fallando todas la veces que haga falta para poder seguir quedándonos aquí y llorar los dias de lluvia mientras escuchamos The Smiths Best.
God, that feels so right...

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